Análisis del epistolario del Coronel Anselmo Pineda con Python: Una mirada al proyecto coleccionista desde el estudio del territorio y las redes sociales
Resumen videográfico
Este artículo analiza el coleccionismo del coronel Anselmo Pineda, quien fue el mayor coleccionista de documentos públicos del siglo XIX colombiano, a partir de su rico y voluminoso epistolario conservado en la Biblioteca Nacional de Colombia. Ello mediante una metodología mixta que combina la tradicional lectura cercana y la lectura distante realizada por la maquina a través de técnicas propias de la ciencia de datos y los Sistemas de Información Geográfica implementadas con Python. De manera que, a través de esa doble lectura, este artículo se propone alcanzar dos objetivos: I) plantear una aproximación basada en humanidades digitales que permita descubrir el método de recopilación de documentos del coronel al examinar la composición de su red de colaboradores reconstruida exclusivamente mediante su correspondencia personal, y II) explorar el alcance espacial de esa red de colaboradores de forma tal, que posibilite la evaluación de la dimensión espacial en la conformación de la biblioteca Pineda en el marco del proyecto civilizatorio de la naciente república en Nueva Granada.
Red epistolar del coronel Pineda

Desde muy temprano la trayectoria personal del antioqueño Anselmo Pineda estuvo marcada por la guerra y un indiscutible patriotismo que se expresaba no solo en sus actos de lealtad a los ideales republicanos del siglo XIX, sino en sus consistentes esfuerzos por construir un monumento a la república, que en forma de colección documental, cumpliera el propósito de servir como archivo para el doble propósito de la conservación de la memoria y la identidad nacional, así como fuente de autoridad y legitimidad estatal desde un punto de vista jurídico y político. Tras el proceso de independencia, la naciente república neogranadina resultó con un vacío simbólico y documental que requirió de la agencia de una extensa red de ilustrados, libreros, amigos, familiares y, en menor medida, autoridades estatales que colaboraron en la consecución de un gran proyecto coleccionista materializado en dispersas colecciones privadas de diversa índole. Algunas de estas colecciones no solo fueron pensadas por sus propietarios en términos de su coherencia y orden interno, también fueron pensadas para enlazarse con otras y formar una sólida base documental que solventara la urgencia fundacional de un archivo de la historia y la ley de la república.
Es el caso de la colección Pineda, la más grande del siglo, diseñada por su autor-coleccionista para eslabonarse con las colecciones de menor volumen que paralelamente organizaban el general Joaquín Acosta y Manuel Ancizar, y dotar así a la Biblioteca Nacional de un gran repositorio conocido como la Biblioteca de Obras Nacionales que desde la geografía, la historia, los soportes de documentos oficiales y la literatura legal y política, hiciera las veces de punto de partida para la historia del progreso, la formación nacional y la consolidación estatal. De manera que hubo un proyecto coleccionista consciente y colectivo que buscó hacer de algunas de las colecciones privadas un recurso indispensable para el Estado.
Este proyecto coleccionista fue consustancial al proyecto de colonización interna y a los esfuerzos civilizatorios de las élites criollas, en la medida de que los más importantes coleccionistas, como Anselmo Pineda, tuvieron la doble función de adelantar la colonización interna y exploración de los territorios, así como la de configurar una representación y narrativa nacional a través de la recolección, clasificación y disposición del universo documental condensado en esas colecciones privadas. Dicho esto, en la colección Pineda, a la luz de su biografía, se manifiesta la yuxtaposición del proyecto de colonización interna del territorio con el proyecto coleccionista de la élite ilustrada de la República de Nueva Granada, que tras la independencia comprendía a Ecuador, Venezuela, Panamá y Colombia, y pasó a llamarse la Gran Colombia.
Así emerge el carácter indudablemente político del coleccionismo, pues este no solo fue una práctica ilustrada con los fines ya mencionados, tampoco fue solo una manía compulsiva de algunos, sino que fue un instrumento político de promoción y defensa de una determinada visión nacionalista a la medida de su autor y de su red social. Es decir, el coleccionista, especialmente Anselmo Pineda, que recopila, ordena y cataloga su colección, también termina por manufacturar una poderosa arma de guerra oponible a otros proyectos nacionales en competencia y a la que debe defender mediante el debate público en periódicos, tertulias informales y discursos en el senado de la república, en búsqueda de suficiente legitimidad para elevar su colección privada al estatus de archivo de Estado.

Siendo así, es vital señalarle al lector que el interés de este artículo versa más sobre el coleccionismo de Anselmo Pineda que sobre su colección propiamente, no obstante, la propuesta de investigación que se mostrará apunta a relacionar la colección con sus condiciones de posibilidad mediante el abundante epistolario que el coronel premeditadamente decidió conservar para su estudio histórico. Y previo a tratar el tema del coleccionismo desde las humanidades digitales, vale la pena relatar brevemente la trayectoria del coronel Pineda con el fin de facilitar al lector la comprensión de su figura pública y personal, así como del entramado social y político en el que desarrolló el oficio coleccionista, y que terminó por reconocer a la colección Pineda como fundamental para la república.

Anselmo Pineda nació en El Santuario, Antioquia, en 1805, en el seno de una familia fundadora de Marinilla. A los 17 años fue enviado a Bogotá a estudiar jurisprudencia, pero abandonó los estudios para trabajar como ayudante archivero y luego como oficial escribiente en las secretarías del Interior y de Hacienda, donde descubrió su pasión por el orden documental y el coleccionismo de archivos. Esta temprana inclinación hacia la organización y conservación de documentos marcaría su carácter disciplinado y meticuloso, y años más tarde sería un rasgo distintivo de su vida pública y privada. Su correspondencia de 1848 refleja este espíritu, al recordar cómo el caos de los archivos estatales lo impulsó a desarrollar un método propio y casi obsesivo de conservación histórica.
En 1828, Pineda se vio arrastrado a la turbulencia política tras colaborar en la huida de Mariano Ospina Rodríguez, acusado de conspirar contra Bolívar. Ese mismo año inició su carrera militar al unirse a las fuerzas rebeldes de José María Córdova durante la insurrección antioqueña, participando en la decisiva guerra de El Santuario. Allí fue nombrado teniente por su valentía y desempeño como edecán del Ejército de la Libertad, aunque terminó herido de gravedad tras recibir cuatro disparos. La derrota lo llevó a sufrir prisión y persecución, pero su espíritu insurgente persistió: tras escapar, se unió nuevamente a las filas de Salvador Córdova en una campaña contra el gobierno central, en una época donde las alianzas políticas eran tan cambiantes como las lealtades personales.
Con el tiempo, Pineda fue restablecido en la Tesorería de Antioquia y consolidó una carrera militar y política en ascenso bajo el patrocinio de figuras como José María Obando y Domingo Caicedo. Su matrimonio con María Josefa Valencia, sobrina del vicepresidente Caicedo, fortaleció sus vínculos con la élite payanesa y lo introdujo en un círculo intelectual que fomentó su pasión coleccionista y su interés por la educación y la instrucción pública. Durante la guerra de los Supremos, Pineda demostró su capacidad estratégica al servir como tesorero de guerra y comandante efectivo, tras liderar exitosas campañas contra las tropas de José María Obando. Con la victoria final del gobierno central y la ejecución de Salvador Córdova, Pineda selló el cierre de una década marcada por guerras, traiciones y ascensos, consolidando su transformación de insurgente idealista en político pragmático y organizador del nuevo orden republicano.
Tras el fin de la guerra, Anselmo Pineda se dedicó a pacificar el sur del país y a consolidar su papel como político y reformador. Como jefe militar de Pasto y negociador en Panamá, logró desmovilizar al supremo Tomás Herrera y fue ascendido a coronel por Domingo Caicedo. Su paso por la gobernación de Panamá (1843–1845) fue decisivo: impulsó la educación popular, la artesanía y el comercio del sombrero panameño, fundó la Sociedad Filantrópica y la publicación La Cartilla Popular, además de apoyar los primeros intentos internacionales por construir un canal interoceánico. Sin embargo, las intrigas diplomáticas y la muerte de un ingeniero francés frustraron el proyecto y precipitaron su renuncia. En adelante, Pineda orientó su carrera a la organización territorial y la educación técnica, promoviendo escuelas-taller y programas de colonización en Caquetá y Túquerres, en alianza con el pensador Simón Rodríguez, con quien impulsó un modelo educativo centrado en el trabajo manual y la autosuficiencia.
De regreso a la Cámara de Representantes en 1848, Pineda defendió el papel de los jesuitas en la colonización interna y trabajó por consolidar su prestigio intelectual mediante la Colección Pineda de Obras Nacionales, una vasta recopilación documental destinada a fortalecer la identidad republicana. En 1851 donó oficialmente su colección —compuesta por 1,100 volúmenes— al Estado, recibiendo tierras y una pensión vitalicia. Sin embargo, su retiro fue interrumpido por nuevas persecuciones: fue encarcelado bajo sospecha de colaborar con los alzamientos conservadores, y tras ser liberado, asumió la curaduría de la Biblioteca Nacional. Su vida personal sufrió rupturas, incluyendo su divorcio de María Josefa Valencia, mientras su prestigio como historiador y archivero crecía entre la élite bogotana. Poco después volvió al campo de batalla durante la guerra civil contra el gobierno de José María Melo, donde, pese a su derrota inicial, reorganizó guerrillas en los Llanos y participó en la ofensiva final sobre Bogotá que puso fin al gobierno melista.
En los años posteriores, Pineda se volcó a sus negocios, al cultivo de quina y a la preservación documental. Como intendente de Hacienda en Magdalena y custodio de la Biblioteca Nacional, siguió ampliando su red de contactos y su influencia política. Su segundo matrimonio con Ana María Danies Kennedy lo integró a la élite del Caribe y reforzó su papel como mediador en los conflictos civiles de la década de 1860. Ya en la vejez, continuó donando y organizando archivos nacionales, promoviendo la recopilación de documentos oficiales y participando activamente en la logia masónica Propagadores de la Luz. Murió el 7 de octubre de 1880, a los 75 años, dejando tras de sí un legado de guerras, archivos y reformas. Su hijo, en una carta conmovedora, evocó la desaparición de las “Memorias de Guerra” como símbolo del tiempo que todo lo borra, despidiéndose del padre y del país que ayudó a construir entre la espada, el papel y la memoria.
Localización de cartas en el epistolario
COLECCIONISMO Y COLONIALISMO
La colección Pineda se conserva en la Biblioteca Nacional de Colombia y es un conjunto ordenado y clasificado de documentos sobre la historia política de Nueva Granada que comprende documentos institucionales, publicaciones periódicas, memorias, folletos y otro tipo de soportes escritos del gobierno colonial, del proceso de independencia y de buena parte de la vida política del siglo XIX, al respecto cabe señalar que su actual organización no corresponde con la original diseñada por el coronel . Esta colección, con toda certeza, por sus dimensiones, sus piezas, rango temporal, alcances geográficos y propósito, es una obra que requirió de grandes esfuerzos por parte del coleccionista quien a lo largo de su vida gestionó y se apoyó en una extensa red de otros coleccionistas y distribuidores, que reconocieron de trascendencia nacional los esfuerzos del coronel Pineda en la formación del archivo histórico del Estado y registro del progreso. En carta de 1868, Pineda escribe al secretario del interior y relaciones exteriores sobre la colección:
“tratándose de un monumento nacional que debe conservarse con el más solícito y alto cuidado para que en el estudien los que aspiren a ser hombres de Estado ó escribir completa y definitivamente la historia de nuestra patria”
Un año más tarde, en solicitud de materiales para la encuadernación y arreglo de la colección, comenta al mismo destinatario:
“Espero pues señor secretario que teniendo presente la palpable importancia de este monumento de civilización y del desarrollo creciente de toda sociedad civilizada como el de haber hecho de este pensamiento el único pensamiento de mi vida, a pesar de estar viejo y enfermo..."
De modo que la colección adquiere un estatus monumental y se inscribe en la narrativa heroica animada por el nacionalismo de su autor y por su urgencia de legar a la historia un archivo, una memoria de los eventos más importantes del siglo XIX, de los que fue un agente central como militar, político y colonizador. En el mismo sentido, Anselmo Pineda, por su larga experiencia en archivos públicos y actividad coleccionista, expresa la urgencia de profesionalizar al archivista:
“Este ramo merece tanta más profesión cuanto es mayor el deseo nacional que se advierte ya en algunos hombres ilustrados; deseo que en todos los países civilizados de la tierra ha llamado su atención”
En la misma carta se refiere a la importancia del archivo y la utilidad de las colecciones privadas para el correcto funcionamiento del Estado:
“Sin archivos no hay buen gobierno, no hay orden, no habría historia; nada grande, nada solido: todo llevará el carácter de provisional, y el sello de la ligereza ¿De cuantas verdades se verán privados nuestros anales por la pérdida dolorosa sufrida ya?, los esfuerzos de algún patriota ilustrado por sacar del caos los datos históricos, nunca pueden ser equivalentes a la [ilegible] nacional de algunos originales e impresos. Apenas puede en muchas provincias concederse en propiedad tierras baldías, porque difícilmente se sabe las que son y las que no. El indecible trabajo ha causado y causa la operación de poner en claro cuáles sean los resguardos de los indígenas, cuales los ejidos de las ciudades y villas, cuales territorios de misiones con otros muchos conocimientos indispensables para el buen gobierno. Nadie ignora que existen o deben existir en el país distintas colecciones de libros más o menos numerosas, ya de conventos extinguidos, ya en oficinas, ya en depósitos de rezagos, si todos estos se declaran de propiedad pública con inventarios bien formados de estas existencias y de reglas sobre su conservación. Estas colecciones bien arregladas servirán para consultarlas en la formación de leyes, estudio de materias y muy especialmente [ilegible] de las resoluciones, para los individuos, que vienen al cuerpo legislativo, puesto que no debe exigirse que cada diputado traiga a la capital los libros necesarios”
Esta investigación utilizará la correspondencia personal (epistolario) de Anselmo Pineda para indagar cómo formó su colección de documentos, analizando los mecanismos de recolección y las características espaciales y temporales de su red de colaboradores. Como primera medida para explorar esta narrativa, el estudio identifica a los corresponsales con el mayor número de contactos epistolares (tanto remitentes como destinatarios), partiendo de la premisa de que una mayor cantidad de contactos sugiere una importancia proporcional en la red personal y coleccionista del coronel. Los hallazgos de este análisis epistolar servirán, además, para contrastar las conclusiones de un análisis experimental más amplio.
La siguiente gráfica captura los nombres de los corresponsales más relevantes por número de contactos y los colaboradores principales en la actividad coleccionista del coronel Pineda.
Corresponsales y colaboradores en el epistolario

La correspondencia de Anselmo Pineda, que a menudo iba acompañada de paquetes de documentos, revela una compleja red de colaboradores, aunque muchos de ellos contribuían de forma esporádica. Para estimar la contribución real, un análisis automático en Python identificó 552 cartas (16% del total) que contenían palabras clave relacionadas con el envío de material, como "gaceta", "libro" o "compilación". En este contexto, Antonio María Gutiérrez destaca como el principal remitente, aportando el 14% de esas cartas (80 misivas) que evidencian un intenso tráfico documental, al punto de comentarle a Pineda sobre la cantidad de material acumulado: “están en mi poder los papeles todos en nuestra pertinencia, y ya habrás visto en mi última carta del 14 que se necesita un burro para mandarte todos los papeles.”
La colección Pineda se va convirtiendo así en un repositorio que no se desborda para piezas de coleccionistas que han perdido el deseo de conservarlas. Otro colaborador importante fue el payanés Andrés Arroyo, miembro de la élite de Popayán con la que Pineda se relacionó mediante su matrimonio con María Josefa Valencia en 1832. Arroyo escribió:
“Comentando pues por los impresos que U. me ha encargado digo, que he practicado cuantas diligencias han estado a mi alcance y solo he podido conseguir de lo de tío Santiago el libro que le remití con Manuel Esteban Arboleda; por lo que respecta a los de tío José Antonio no ha quedado cosa que le pueda servir a U. para su repertorio porque según me ha dicho tía Micaela, todos los papeles antiguos se los mandó hace mucho tiempo el mismo tío José Antonio a Don Belisario Gómez cura del Trapiche. Por lo que respecta a mí, solo tengo papeles modernos desde el año de 39 para adelante
La correspondencia con Arroyo también hace mención al números de periódicos por suscripción intercambiados entre este y Pineda como el Neogranadino, El Día, La Civilización o Historia Crítica . Otro aspecto notable en esta correspondencia con Arroyo es la intermediación que hace con agentes que sirvieron al proyecto civilizatorio de Pineda en el sur del país, es el caso del misionero jesuita José Layner, a quien Pineda conocía por sus labores evangelizadoras en Antioquia y con quien colaboró durante su cargo como prefecto de Caquetá en un intento de evangelización a las tribus indígenas de la zona.
Como se dijo, los proyectos de colonialismo interno y coleccionismo que adelantó Pineda tuvieron una fuerte relación de mutua implicación, por eso vale la pena detenerse en la correspondencia que demuestra esa mutualidad. Para comenzar, durante el viaje a Caquetá para asumir funciones como prefecto, Pineda recibió la solicitud de uno de sus colaboradores coleccionistas, Daniel O´Leary, quien le solicita:
“Si en aquel distrito nuevo para la civilización encuentra V. algunos objetos de Historia natural que llamen la atención, suplico a V. los compre para mí, avisando de su clase y valor. Algunas muestras de fósiles y minerales serán muy apreciadas”
Esta solicitud de O´Leary apunta a ese traslape del coleccionista y el colonialista, en esta ocasión motivado por la amistad y la pasión coleccionista de los que una vez fueron enemigos en el campo de batalla de El Santuario. Daniel O´Leary y Pineda, fueron socios en los esfuerzos coleccionistas haciéndose encargos mutuos para la adquisición de artículos de historia natural, como ya se vio, o solicitando tomos, enciclopedias y arreglos a la colección en ausencia de su dueño como encuadernaciones y préstamos de obras para copiarlas .
La relación de la práctica coleccionista y el colonialismo en el proyecto civilizatorio encabezado por Pineda, se profundizó e hizo más evidente durante su periodo como gobernador de Panamá entre 1843 e inicios de 1845 con la publicación de la Cartilla Popular, como instrumento pedagógico para las masas. La cartilla fue el producto de la Sociedad Filantrópica de Panamá y una respuesta al problema de la educación que Pineda entendió como central en el fortalecimiento estatal y herramienta de colonización interna. Por tal motivo, fundó la Sociedad Filantrópica de Panamá que, entre otros propósitos, servía para impulsar la creación de escuelas-taller para la fabricación de sombreros panameños y escuelas dominicales de instrucción moral. Al respeto de las sociedades filantrópicas, estas promovían posturas políticas y sostenían estrechas relaciones entre sí, como lo demuestra el siguiente fragmento que es una invitación a Pineda para trabajar colectivamente con la Sociedad Filantrópica de Bogotá:
“No creo demás indicar a U que en la actualidad tengo la dicha de pertenecer a la respetable y grande sociedad de instrucción primaria de esta capital, y también correspondo a su consejo administrativo que dignamente preside el muy ilustre señor Arzobispo y distinguido ciudadano José Manuel Mosquera, y yo desearía que la de esa provincia se pusiera en comunicación con la de esta capital y se estableciera entre todas las asociaciones de esta clase una marcha igual, acorde, constante y sostenida en la propagación de las escuelas de la enseñanza general”
De manera que, a través de la sociedad filantrópica como plataforma política y principal instrumento para la educación popular y colonización del territorio, Pineda establece escuelas y la publicación de La Cartilla Popular: periódico moral, industrial y noticioso para “apoyar el gobierno en la benéfica obra de la ilustración” y “escribir, en el lenguaje más llano i claro, artículos sobre moral e industria, valiéndonos para ello de las obras clásicas que poseemos de una i otra ciencia, i especialmente de las de los ilustres Holbach i Bergers” . La cartilla fue distribuida por Pineda en su red de coleccionistas y corresponsales, y fue percibida como un logro patriótico, así lo confirman numerosos comentarios en la correspondencia:
“'Recibí junto con la circular , el útil periódico titulado la Cartilla Popular que Ud se propone sostener con ventaja para la instrucción de las masas, i del orden público. Su propósito es loable y patriótico, i Dios quiera que no desfallezca
El siguiente apartado demuestra no solo el buen recibimiento de la Cartilla Popular, sino que también, al referirse a los esfuerzos de Pineda para la instrucción pública a través de la sociedad filantrópica, evidencia el grado de legitimidad que su proyecto colonialista había alcanzado, trayéndole además una ventajosa reputación:
“Sus cartas, mi querido Anselmo, me han llenado de la mayor satisfacción; veo en ellas el mismo hombre, al patriarca por excelencia, y el entusiasta filántropo que por sus sentimientos y las obras es un anacrónico en este siglo metalizado y egoísta [...]. Sin embargo, tú no te acobardas y mientras mayor dificultad encuentras, mayor empeño tomas en la noble empresa de la representación social de nuestro país, promoviendo, como lo has hecho en Panamá el establecimiento de sociedades de caridad y filantropía que serán un modelo y un noble ejemplo para todas las provincias”
Gracias a esa legitimidad, el proyecto de Pineda ganó el apoyo de importantes colaboradores, como el general Joaquín Acosta, quien aportaría en distintos momentos de la trayectoria de Anselmo Pineda, tanto a su agenda coleccionista como al proyecto colonialista. El siguiente fragmento así lo muestra:
“acabo de recibir el N. 2 de la Cartilla Popular [...]. Diríjase pues usted en mi nombre a Mr Hormes Secretario de la Sociedad de Educación del Liceo de Nueva York que él le procurará libros elementales escogidos por las escuelas por precios ínfimos y solo calculados para reembolsar una pequeña parte de los gastos de impresión y papel-- Hoy no tengo lugar de buscar el cuaderno que me pide, pero seguiré por el otro correo. He leído su carta al Sr Ordoñez en presencia de varios señores interesados en sus proyectos. Yo por mi parte nada puedo sino suscribirme a la Cartilla más como no he visto sino el N.2 ignoro el precio de la suscripción para remitirle. [...]'
Metodología Digital con datos espaciales en Historia
Como ya se dijo, esta investigación construye un puente entre el trato cualitativo de las fuentes y la exploración del gran volumen de datos con herramientas computacionales para extraer, si existen, los patrones identificables en la correspondencia que sirvan para ilustrar la posible sinergia del colonialismo y el coleccionismo de Anselmo Pineda. Siendo así, un análisis comparativo de los periodos de mayor actividad epistolar y de mayor actividad coleccionista muestra, en términos generales, un incremento de las menciones al coleccionismo junto a los incrementos en la actividad epistolar que, a su vez, coinciden con aquellos años protagónicos del coronel en diferentes cargos políticos y militares en zonas de frontera, con algunas excepciones importantes que se han de analizar en su momento.
En la siguiente gráfica, generada tras un remuestreo del número de contactos y de las menciones al coleccionismo con base en la variable temporal en años, se pueden apreciar los picos, por un lado, en la actividad epistolar durante los años 1836, 1842, 1845, 1848, 1852, 1855, 1858, 1860, 1862 y, en menor grado 1865. Por otro lado, las cúspides de las menciones relativas al coleccionismo ocurren en 1836, 1843, 1845, 1849, 1852, 1855, 1858, 1860 y nuevamente en 1865. Tras haber identificado estos periodos clave e inspeccionar las cartas correspondientes, merece el esfuerzo caracterizar aquellos periodos coincidentes en ambos rubros.

El año 1836 es el primer gran incremento tanto de actividad epistolar como de menciones al coleccionismo encontradas en el cuerpo epistolar, donde el mayor corresponsal es el sacerdote dominico Antonio María Gutiérrez , quien también es el mayor remitente con menciones al coleccionismo, a causa del envío adjunto de paquetes de documentos y gacetas a Pineda en cada una de las epístolas de ese año.
Durante los años 1843 y 1845, los diez corresponsales más importantes en orden descendente fueron María Josefa Valencia, Antonio María Gutiérrez, Andrés Arroyo, el firmante A.J.M, Juan Gómez, Elías González Daniel O´Leary, I. Cardona, José Joaquín Gómez Hoyos, y Emeterio Gómez, de los cuales los colaboradores documentales más sobresalientes fueron Antonio María Gutiérrez, Daniel O´Leary, Andrés Arroyo, i. Cardona, Elías González, Emeterio Gómez y A.J.M.
De los remitentes mencionados, llama la atención la correspondencia de A.J.M por las repetidas peticiones a Pineda de quemar las cartas, de firmar únicamente con las iniciales en desorden y dice además: “en mis anteriores le he dicho bajo que cubierta puede escribirme para que con mis salidas al campo no se delate nuestra correspondencia” , probablemente debido a la interceptación de esta y a los planteamientos del remitente referentes a varios temas de importancia política y que sugieren que el coronel sostenía relaciones personales cercanas con individuos que aparentemente no pertenecían a su mismo espectro político conservador y que fueron víctimas de persecución. El remitente le proponía a Pineda, durante su cargo en Panamá, iniciar diferentes programas benéficos en las cárceles y mantener la sociedad filantrópica fuera de los intereses partidistas, además de invitar al coronel a la defensa de la manumisión de esclavos y otros temas progresistas.
La colección es la cristalización de ese amplio abanico político en el que Pineda construyó sus relaciones personales. El mismo remitente, sobre una de sus contribuciones a la colección Pineda, le solicitó:
“Si algún día se resolviere usted a dar a luz este escrito que se deje sin título, sin hacer mención ni aun indirecta del autor”
La correspondencia total entre 1848 y 1849 es de 533 cartas. Este numeroso grupo de cartas contiene temáticas muy variadas como negocios personales, colocación de terceros en cargos públicos, comentarios sobre la política y sociedades o asociaciones filantrópicas en Panamá y Caquetá, violencia partidista y elecciones presidenciales en las que curiosamente Pineda apoyó, no por primera vez, un candidato liberal. A propósito, Elías González comenta:
“Me aseguraban que tu candidato en las elecciones pasadas era López cosa que no creo, y si fuera así te maldigo por desertar de las banderas del orden… No tomes mi querido tortuga partido en favor ni en contra del gobierno”
Las cartas que tienen que ver con el coleccionismo contienen temas como el envío o solicitud de documentos, compra de colecciones más pequeñas, consejos de personas cercanas para la publicación de índices y artículos en periódicos para divulgar la importancia de la colección, comentarios en publicaciones periódicas extranjeras, contribuciones de terceros en el extranjero a la colección y otros temas relacionados . En este punto del epistolario, la actitud colonizadora de Pineda pasa a un segundo plano con excepción de la correspondencia referente a las grandes extensiones de tierras baldías que le fueron otorgadas a Pineda como contraprestación por su colección durante la década de 1850 que destino a la producción de quinas en las montañas del Huila y a la correspondencia de 1857 referida a la colonización de La Guajira por encargo del presidente Mariano Ospina Rodríguez.

En la segunda mitad del siglo y después de constantes labores, la colección Pineda fue reconocida por el público, debido en parte a su promoción mediante publicaciones periódicas realizadas por el mismo Pineda o por terceros, y a que la primera parte de la colección ya se encontraba en la Biblioteca Nacional. Al respecto Domingo Maldonado escribe al público en 1860:
“Tuvo origen esta Biblioteca en una inclinación natural de su dueño a recoger i guardar cuantas publicaciones caían en sus manos. Fue creciendo insensiblemente el acopio de documentos i a medida que este se aumentaba crecía el estímulo, el entusiasmo i la actividad de Pineda. Por fin llegó a persuadirse este de que sus colecciones podrían tener gran valor e importancia, si se las completaba; i entonces, poniendo en juego todos los recursos de que ha sido capaz, se contrajo a conseguir los periódicos, memorias i demás publicaciones de que carecía; hasta lograr, como lo ha logrado, acumular las que se hicieron en tiempo de Colombia, muchos de las dadas a luz antes de la revolución de independencia; todas las de la época granadina, hasta hoy, i gran número de las que se han emitido en Venezuela, Ecuador, Perú, Buenos Aires, de manera que puede asegurarse, sin vacilar, que las colecciones de Pineda son las más completas de las que existen.”
El reconocimiento de la colección logrado a través de su promoción en publicaciones y en cartas personales, produjo que durante esta década recibiera numerosas e importantes contribuciones documentales y solicitudes de préstamos para consultas.

La década de 1850, fue para el coleccionismo de Pineda, un tiempo de grandes ganancias y dinamismo por la cantidad de colaboraciones documentales que recibió y que pueden ser comprobadas a través de las cartas que acusan recepción y envíos de cuadernos, libros, documentos históricos de inicios de siglo y colecciones de gacetas . F. Caicedo, desde París escribe en 1858, sobre documentos de gran volumen aportados por él a la colección:
“Extraño mucho que usted no haya recibido un cuaderno de 3000 páginas sobre establecimientos de beneficencia que envié a usted a Bogotá […]. Esta anunciada por el mes de diciembre una obra completa de M Veuillot redactor del L'Univers, que hablará detenidamente de todos los establecimientos de caridad que se hallan en Europa'”

Por la magnitud que alcanzó la colección documental desde 1850 en adelante y la urgencia para realizar su clasificación, Pineda contrató la ayuda de varias personas como Manuel María Paz, Domingo Maldonado, Francisco Machado, Saturnino Vergara, entre otros, para realizar de manera continuada la organización sistemática del archivo documental, al respecto Manuel María Paz explica en carta de 1850, antes de la donación de la primera parte de la colección, la forma en que se llevó a cabo la catalogación del archivo:
“Se han formado estos índices, de toda la Biblioteca es decir, de la Miscelánea de cuadernos, de los Mensajes i Memorias de los Secretarios de Estado, de la Colección de Periódicos i de la de Hojas sueltas. El índice cronológico de los mensajes i memorias se halla al principio del índice de materias formado por el Sr Domingo Antonio Maldonado. El de la Miscelánea de cuadernos ocupa un cuaderno separado. Los de la Colección de periódicos i Hojas sueltas se hallan también en cuaderno separado. Al fin de cada uno de ellos, se han puesto unas listas de varios cuadernos i papeles sin fechas i además otra lista de los retratos, láminas, planos. En el índice de la Miscelánea de cuadernos se ha procurado hacer la clasificación por materias, de las piezas que contiene, correlacionándola hasta donde ha sido posible. Los periódicos de dicha Miscelánea ocupan el primer lugar, en segundo los documentos más importantes, los manifiestos, discursos, ocupando el último lugar los papeles de polémicas personales i algunas poesías sueltas.”
Por su parte, Francisco Machado le escribió al coronel en 1860, sobre su trabajo en la catalogación de la nueva colección póstuma a la primera donación:
“Por correo pasado i entre los impresos que le mande incluí un diario de mis trabajos hasta la fecha. Desde ese día a esta parte no he dejado un solo instante de trabajar de 6 a 6 ya en la copia del índice, ya en las demás cosas que contienen los mandamientos que me dejo”
Pineda explica en 1869, al Secretario del Interior y Relaciones Exteriores el importante trabajo realizado por estos individuos:
“Habiendo continuado a pesar de estas negativas trabajando con mis ayudantes con el mayor tesón hasta acabar de montar, como lo está ya, la prensa de encuadernar que desde diciembre de 1865 me vino de Europa. Sin las energías auxiliares de los señores Saturnino Vergara y otros, que me ayudan en esta empresa, yo no podría por mí mismo llevar a cabo este importante trabajo, de esa generación venerable que fundó en esta tierra la igualdad”
Es relevante recordar que esta catalogación del archivo documental recopilado por Pineda, sufrió varias alteraciones desde su primera donación, pues después de cada ocupación militar de las salas de la Biblioteca Nacional, traslado de la institución y manipulación de usuarios desde la primera donación, la colección Pineda sufrió mutilaciones, destrucciones, sustracciones y alteraciones al orden original diseñado por el coleccionista . Sobre del riesgo que corría la obra-colección, el preocupado autor-coleccionista escribió al senado en 1876:
“Esa colección que lleva el nombre de Biblioteca Pineda i que constaba de más de 1100 volúmenes ordenados i clasificados con sus respectivos índices, fue aceptada por el cuerpo legislativo por ley de 27 de mayo del mismo año de 1851 i destinada a formar la base de una Biblioteca de obras Nacionales, agregándole las donadas por los señores Joaquín Acosta y Manuel Ancizar i por otros ciudadanos, i los impresos que debían enviarse a la Biblioteca Nacional. Posteriormente, en 1868 hice una nueva donación de muchos libros importantes para complementar la primera i fue igualmente aceptada por el congreso, por acto legislativo de 3 de mayo del propio año de 1868. (...) La segunda de las citadas leyes proveyó a los medios de mantener decente i cómodamente esa Biblioteca autorizando al poder ejecutivo para que destinase un edificio Nacional en que fuese colocada i conservada. En una palabra, el legislador comprendió perfectamente su misión i todo el alcance de un proyecto destinado a dar más tarde, crédito, honra i fama a nuestro país haciéndolo conocer en el extranjero. Se hizo en efecto todo lo dispuesto por las leyes citadas i la Biblioteca Pineda ha estado formando durante los últimos años como una anexidad de la Nacional; pero, doloroso es decirlo, hoy no es ya lo que era: puesta con poca cautela al alcance de todo el mundo; conteniendo muchos documentos codiciados; muchos documentos cuyo carácter privado debiera respetarse, esa biblioteca se halla hoy descabalada, varios de las colecciones que la forman están descuadernados, mutilados, sin que hasta ahora se haya tratado de averiguar cuando, como ni por quien se han hecho tales sustracciones. (...) al mismo tiempo [vengo] a suplicaros con encarecimiento que acogiendo mi ruego os sirváis dictar las medidas que creáis conducentes para remediar si no el mal ya hecho, a lo menos para evitar que continúe tan funesta destrucción que ocasionaría a la Republica una perdida considerable e irreparable”
Del fragmento anterior se desprende otro rasgo fundamental del coleccionismo, que lo separa de la simple acumulación, y es la minuciosidad y plena consciencia en su organización. Pineda se refiere al objetivo de eslabonar su colección con la de Acosta y Ancizar, e ineludiblemente supone conocimiento de la composición de las colecciones de estos, o al menos, algún entendimiento de las cualidades de esos repertorios para la articulación del proyecto coleccionista de estos tres personajes. Una carta de Anselmo Pineda dirigida a Joaquín Acosta indica esa necesaria comunicación entre coleccionistas:
“Mi muy apreciable Coronel Acosta, le manifesté a U el vivo deseo que tengo, que ud viera en un momento desocupado mi colección y hoy repito mi suplica. No vaya usted a ausentarse de esta la capital sin venir a casa y pensar que no saldrá de ella sin añadir una prueba más de su fina amistad. Una indicación, una idea de Ud puede salvar lo único que tengo y en que fijo todas mis esperanzas'”

Para terminar, La siguiente cita del coronel Pineda condensa la importancia de los esfuerzos coleccionistas para ordenar el vasto universo documental reunido en varias colecciones y la necesaria comunicación entre sus artífices coleccionistas:
“Los incluso documentos alegajados se han ido poniendo atroche noche. Algunos hay repetidos, que es necesario advertirlo a los Doctores Ancizar y Peres para no repetir su lectura. Por todos ellos se colige, eso si, el cumulo de sinsabores sufridos en 26 mortales años encareciendo se conserven esas reliquias que perdida una vez lo han sido para siempre. Conviene pues, dar orden y uniformidad a tales documentos para presentarlos en un todo ordenado y esto no puede hacerlo de un modo coherente y lógico sin el testigo de todas mis amarguras Saturnino Vergara que atinará a darles orden y tratar de los más importantes en sus lugares respectivos”
Con estas evidencias, se puede concluir que el propósito fundamental del coleccionismo fue ocupar y poblar el archivo vacío de la naciente república ávida de soportes físicos que documentaran los eventos y héroes del crepúsculo republicano en Nueva Granada, como un proyecto ilustrado profundamente patriótico hermanado con la urgencia de ocupar y colonizar los territorios de frontera. En últimas, aquel interés de la élite ilustrada de conservar para el porvenir los vestigios de la génesis del Estado moderno, solo podía lograrse a través de una red de coleccionistas y colaboradores que de manera sostenida compartían ese objetivo y estima por los documentos.
ALCANCES TERRITORIALES DEL COLECCIONISMO DEL CORONEL PINEDA
Esta sección se enfoca en estudiar el coleccionismo de Anselmo Pineda analizando la estructura y distribución espacial de su red epistolar, considerada su principal estrategia de recolección. El análisis utiliza un enfoque experimental y digital, limitándose a la correspondencia de la Biblioteca Nacional de Colombia. Se crea una base de datos con remitente, destinatario y origen de cada carta para generar visualizaciones que muestren cómo operó la red a través del tiempo y el territorio. La reputación de Pineda como un individuo diligente, confiable y carismático, aunque severo, fue clave para establecer y mantener fuertes vínculos personales con las élites, quienes colaboraron activamente en su proyecto coleccionista.
El análisis estructural identifica dos conceptos clave: la intermediación y la centralidad. Los nodos más grandes, como el de Pedro Acevedo, poseen un alto grado de intermediación, ya que actúan como el "paso obligado" que conecta a otros individuos (como Juan Carrasquilla y Francisco Luis Campuzano) que no están vinculados directamente; esta posición les otorga un control privilegiado sobre la información y el tráfico de bienes. Por otro lado, los nodos verdes (que coinciden con los más grandes) representan la centralidad, identificando a los individuos con la mayor cantidad de vínculos directos dentro de toda la red.

Cabe mencionar que el motivo por el cual Pineda decidió conservar estas cartas posiblemente fue por su valor histórico, pues se refieren al exilio del arzobispo en España durante la pacificación de Pablo Morillo , y a temas relacionados con crítica literaria, envío de libros y a la lectura de autores como Voltaire, Rousseau, Corneille, Moliere, La Harpe
Los años comprendidos entre 1829 - 1838, que abarcan la Guerra de El Santuario hasta el año previo a la Guerra de los Supremos, son relevantes por los siguientes motivos: I) la primera aparición de Pineda como destinatario en 1829 y II) la importancia que tuvo la Guerra de El Santuario en su trayectoria personal, con un indiscutible efecto en los alcances del coleccionismo por la itinerancia y reputación construida en el ejercicio militar y político del coronel. Para empezar, las palabras de José María Uribe Restrepo que se refieren los antecedentes de la guerra y a la participación de Pineda resaltan la relevancia del hecho histórico:
“que recuerdo que en la época a que ud se refiere me hablo y suplico para ver si yo me quería hacer cargo de ocultar al señor Ospina, para lo que infiero que ud lo condujo a esta capital del modo que lo pregunta en su carta citada: que cuando el general Córdova se pronunció contra la tiranía del dictador, y que emprendió restablecer la constitución y las leyes fue ud uno de los que abrazo este noble y arriesgado partido, y que trabajo con ardor en aquella época que cuando mui inferior las fuerzas con que el general Córdova [para referirse a José María Córdova] trato de atacar a las que había en Medellín en aquel tiempo que después de pronunciada esta capital por el restablecimiento de la constitución y de las leyes se dio lo que ud indica en su pregunta: que ud no obraba a medias: (,,,) que cuando los movimientos del coronel Córdova [para referirse a Salvador Córdova] para el restablecimiento del gobierno de los pueblos lo trajeron a ud preso del Cantón de Marinilla a esta y que fue por su adhesión a la expresada causa que luego que llego a esta ciudad la noticia de que el coronel Córdova se aproximaba asociado de otras personas, salió ud de esta a reunirse con el dicho coronel, y la noche que salieron tiraron unos tiros en el transito; que se reunió ud a la columna de Cordova, e hizo la campaña hasta la destrucción de los opresores en Antioquia; que después de la batalla en Abejorral siguió a la provincia de Popayán en comisión: que también fue comisión mandado por el mismo coronel Córdova, cerca del vicepresidente de la república, que lo era entonces el señor Domingo Caicedo: que ud ha servido a la causa de las leyes con celo, consagración y actividad”
Alcance geográfico de las redes coleccionistas del coronel Pineda a comienzos de su carrera militar, burocrática y coleccionista

El mapa, que contiene 456 epístolas y evidencia el ensanche acusado en líneas previas, al observar una alta concentración de corresponsales en Antioquia, tierra natal de nuestro personaje, además en el centro del país conforme se acercaba a las élites del gobierno central con el paso de los años, y al sur de Colombia, antigua provincia del Cauca debido a sus ocupaciones militares e introducción en las élites payanesas después de su matrimonio con María Josefa Valencia.
La tercera periodización comprende los años de 1839 a 1851, y corresponden al inicio de la Guerra de los Supremos hasta el retiro formal de Anselmo Pineda del ejército, que además coincide con la entrega de la primera parte de su colección documental. Las siguientes líneas se enfocan brevemente en la participación de Pineda en la Guerra de los Supremos dado que, como se vio en la gráfica 3, esta marca la primer gran expansión de las redes sociales del coronel en su década más activa de contactos epistolares. En este sentido, la correspondencia, como ruta de acceso fragmentaria al hecho histórico, permite perfilar desde una perspectiva personal el escenario social y político que propició ese ensanche relacional y creciente centralidad política de Anselmo Pineda, el que al final posibilitó el acceso a más documentos para su colección.
Dicho esto, al inicio de la guerra en 1839, Antonio María Gutiérrez, se refiere a los rumores sobre la muerte de Antonio José de Sucre ocurrido 9 años atrás, y vaticina las desafortunadas consecuencias:
“Muy funestas son las noticias de ese país. Ahora empieza la campaña, y Dios sabe cuando se concluirá. El asunto del Gran Mariscal va a encender la tea que no se apagará, ni con la penitencia de San Pedro Alcántara. Ya se dice generalmente que un oficial declaró en artículo de muerte en Popayán ante el juez de Hacienda y escribano, que el General Flores fue el principal autor; y mando dinero para pagar los asesinos”
A mediados de Julio de 1839, Pineda, en campaña de pacificación bajo el mando de Pedro Alcántara Herrán, se dirige a Pasto , donde:
“Obando tiene mil quinientos hombres que se ha hecho a estos hombres valiéndose del arbitrio de echarse sobre las haciendas de los individuos i ofrece la libertad a los negros (…) que han mandado hacer dos mil lonsas para montar caballería, que ha pedido multitud de caballos, i mulas”
En esta circunstancia, el ahora senador Gutiérrez, viejo amigo de S. Córdova, informa a Pineda de los avances del conflicto:
“(...) que esperaban como caimanes con la boca abierta la llegada de Córdoba (Don Salvadorcito) que iba a reunirse con Obando, el que se hallaba en aquella fecha en Palmira, lugar de sus más esplendidos triunfos en el Papayal. El señor General Herrán me dio mil memorias tuyas y las aprecie infinito. (…) A la fecha estará cerca de Popayán la columna ecuatoriana que salió de Pasto. Ya sabrás la victoria completa de Mosquera cerca de Pamplona el primero de este; pero el primer encuentro el 30 fue fatal por la pérdida del coronel Mutis. El Senado prestó su consentimiento para tu grado y lo he celebrado infinito y que sea legalmente. Ojalá me toque dar mi voto para Coronel y General!” .
Después de solicitar apoyo ecuatoriano comisionado por el presidente José Ignacio de Márquez, Pineda tuvo un sobresaliente desempeño en la batalla de Huilquipamba, al respecto comenta Gutiérrez:
“El sábado 21 a las 3 de la tarde se me presento el general López tu querido compadre. Hemos conversado largamente hasta las tres de la mañana que se marchó para Pirabante. El cuadro más horroroso y triste es el de la república. Las provincias litorales en combustión y todo todo amenazando una completa disolución. Me dijo que sentía mucho no hablar contigo, y darte un abrazo por la victoria de Huilquipamba en donde según los partes solo tu peleaste y les diste a los generales la espléndida victoria”
Tal protagonismo en el desarrollo del encuentro bélico, significó el ascenso militar inmediato de Anselmo Pineda y el reconocimiento por la cúpula militar granadina y ecuatoriana. Flórez le escribió a Pineda:
“más en todo caso, debe usted contar con el aprecio de Ecuador y de su ejército entre cuyas filas ocupa usted ya un lugar distinguido”
De forma semejante a la Guerra de El Santuario, la Guerra de los Supremos le permitió a Pineda no solo forjar nuevas y provechosas relaciones personales con figuras influyentes, sino también reforzar los lazos de confianza con miembros centrales de la élite granadina como Tomás Cipriano de Mosquera y Pedro Alcántara Herrán. Ello tendrá un poderoso efecto en la trayectoria de Pineda durante los siguientes años. Aunque este aspecto no fue exclusivo del coronel, pues varios de los veteranos de El Santuario que pelearon en aquel entonces del lado de José María y Salvador Córdova en contra Simón Bolívar, también se acercaron al gobierno central y dejaron de lado esas antiguas lealtades regionales. En carta de Herrán, este agradece a los veteranos antioqueños Braulio Henao y Francisco Montoya por apoyar en combate al sur, y menciona en la misma carta la campaña militar que emprenderá en Antioquia junto a Mosquera, contra “los verdugos de la patria” . Al respecto, el prócer cartagenero Francisco Machado le escribió años después a Pineda sobre el peso personal y la dificultad para este de cumplir el deber como militar al enfrentar a Córdova .
Por su parte, Antioquia se encontraba dividida entre simpatizantes del supremo Salvador Córdova, antiguo aliado y amigo de Pineda, y simpatizantes del gobierno central. Siendo así, Rafael María Giraldo, otro veterano de El Santuario, escribió a Pineda sobre su apoyo y el de una columna de hombres de Marinilla:
“Mi mui estimado primo i amigo: hoy he llegado a este lugar con una partida de 40 hombres marinillos amigos del gobierno, i la mayor parte parientes de usted. Mi objeto ha sido tomar por mí mismo alguna noticia cierta del estado en que usted se encuentra, pues nos han asegurado que viene mui malo de calenturas”
José María Gómez, primo de Pineda, le escribe sobre las circunstancias en Antioquia tras la captura de Córdova, cuando este se dio a la fuga por su derrota en el enfrentamiento con las tropas de Braulio Henao y Anselmo Pineda:
“los facciosos están levantando la cabeza; sé que hay muchos y bien armados por esos campos y parroquias. No le digo más sobre este punto por no afligir a usted. Si Córdova llegara a escaparse vería usted otra vez en armas toda esa chusma de perdularios. ¡ Dios se lo pague a nuestros libertadores y a nuestro buen gobernador!”
La pacificación de la provincia estuvo en cabeza de Pineda y de Henao , esta consistía en la eliminación de las guerrillas aún partidarias de Córdova y en la difusión de impresos para la opinión pública. Al respecto escribe el comerciante antioqueño y antiguo partidario de los Córdova en El Santuario, Pedro Saénz:
“No me olvido un momento de su recomendación para la reconciliación de los partidos, pero mi amigo, yo veo que por ahora la cosa es inmatura, el tiempo es el mejor calmante de las cosas, hoy los ánimos están exaltadísimos, pero nada es imposible, y la constancia todo lo vence, tal es mi esperanza y tal debe ser la de usted estando seguro que yo no pierdo momento para conseguir el plan que usted se ha propuesto, de una completa reunión de todos estos habitantes si nosotros lo conseguimos será muy ventajoso para la reconciliación de esta Provincia. La circular que usted me remitió está muy buena, y ella debe producir muy buenos efectos, yo la he hecho copiar, y entregarla al Jefe político”
Pineda también optó por delegar la tarea de gestión de la opinión pública a individuos cercanos que difundieran la propaganda del gobierno central, así lo demuestra una carta de Rafael María Giraldo en 1841:
“creo ser más útil al gobierno en las actuales circunstancias residiendo en Marinilla, pues usted sabe que aunque la opinión de aquel pueblo es casi uniforme por el gobierno, necesita sin embargo, de un hombre que lo mueva, i aunque yo no presumo de tener influjo en Marinilla, soy atendido generalmente de las cosas sobre interés público. Aunque no consiga el destino que usted tomó tanto interés en proporcionarme, no le hace, pues como yo logre ser útil de alguna manera a mi patria, con esto estoy contento.”
Durante la guerra los rumores, las noticias parciales o inexactas, la destrucción de impresos y la desinformación fueron constantes, tal como lo menciona reiterativamente Gutiérrez en varias epístolas , pero Pineda hace especial énfasis en el rol crucial que tuvieron las publicaciones en la exacerbación de la violencia previas al conflicto:
“Es necesario haber meditado muy poco de las desgracias que lamenta la patria, para no conocer que la mayor parte de ellas ha tenido su origen en el desenfreno de la imprenta. Los escritores públicos del partido que se llamó de la oposición, abusando de todo, no solo despedazaron la reputación de multitud de ciudadanos, sino que a fuerza de calumnias al Gobierno, de despreciarlo y pintarlo en sus escritos como débil e impotente, lograron que todos aquellos que aspiraban al poder alzasen el estandarte de la rebelión con el frívolo pretexto de pedir reformas que fácilmente pudieran obtener por los trámites legales. Las revoluciones se tramaron y concertaron en los papeles públicos llevándose la osadía hasta el extremo de imprimir boletines para publicar los triunfos de los furiosos y desmentir las victorias de las tropas del gobierno. Difícil creer fuera todo esto si no hubiera pasado a nuestra vista, y aunque es cierto que el mal pudo contenerse velándose en el cumplimiento de la ley, preciso de confesar es que la ley del 17 de Septiembre de 1821, sobre la extensión de la libertad de imprenta, facilita los medios de cometer tales delitos y hace a lo menos muy difícil un castigo”
Es así como Pineda, el coleccionista, apunta a una dimensión del conflicto primero en el lenguaje y en el papel que como arma de guerra, en forma de palabras y narraciones en publicaciones coleccionables, precedieron a las bayonetas y a las armas de fuego. A pesar de que estos años no son los de mayor actividad coleccionista y que la interceptación de correspondencia era parte de las estrategias de guerra , las 33 cartas que tienen menciones o acusan tráfico de documentos se refieren, por una parte, a la circulación de publicaciones periódicas como El Constitucional , El Amigo del Orden, publicación periódica payanesa y El Censor . Por otro lado, se refieren también al envío de gacetas oficiales de la secretaria de guerra , documentos de administraciones locales y hojas sueltas, memorias e impresos remitidos por colaboradores como Antonio María Gutiérrez, Miguel Chiarri, Rufino Cuervo, Alfonso Acevedo, Andrés Arroyo, Pedro Díaz Granados, José María Uribe Restrepo y otros, expresamente para la colección Pineda , a quien también se le solicitaba que remitiera o devolviera piezas prestadas , precios de empastes de colecciones ajenas e incluso compra de libros .
Los nodos con mayor grado de intermediación en este periodo son: Anselmo Pineda (0,93), Pedro Alcántara Herrán (0,019), Juan Bautista Soloaga (0,015) y Francisca Pineda (0,011). Al comparar estos valores con la representación de la red social de 1829-1838, se observa incremento en el grado de intermediación de Pineda y un descenso en los índices de los demás intermediarios, es decir, la agregación de nodos tiende a reunirse en torno a Anselmo Pineda, el ego principal, y no a otros egos, convirtiendo al coronel en el intermediario principal en su comunidad y colocándose en una posición privilegiada en el flujo de información y artículos.
Por su parte, la centralidad de los nodos en esta red, evidente con la inspección visual de la configuración de la red, tiene a Pedro Alcántara Herrán como nodo principal con un grado de centralidad de 0,014, después de Pineda que alcanza un índice de centralidad 0,92. La diferencia de centralidad con los demás nodos después de Herrán es muy significativa, por lo que se puede concluir que esta red se aproxima a una configuración egocentrada por la relevancia de su nodo principal.

El mapa contiene 1910 cartas georeferenciadas, si el original cuenta con información de su procedencia, y muestra un incremento en la concentración de cartas en Antioquia y en el centro del país que respecto a otras zonas. Sin embargo, los contactos en el sur y en Ecuador muestran un ascenso en número y dispersión, así como al norte de Colombia, en los departamentos de La Guajira, Atlántico, Sucre, Bolívar, Magdalena y Córdoba donde muestra también mayor dispersión por el territorio y número de cartas, lo que implica mayor alcance territorial de la red epistolar y posible influencia política y acceso a documentos producidos en estos territorios.
El segundo momento al que se hará referencia en el marco de la periodización sugerida entre 1839 y 1851, es el año 1848, que es relevante porque fue el año de mayor actividad epistolar tras la Guerra de los Supremos. Después de salir de Caquetá, Pineda anota en 1877, al margen de una carta de Linio Sánchez, colaborador coleccionista:
“Le debo mi restablecimiento a fines de Diciembre de 1847 o en Enero de 1848 que salí moribundo de las insalubres márgenes del Caquetá” .
Ahora bien, 1848 se caracterizó por el constante intercambio de documentos motivado por la persistente gestión coleccionista del coronel en un esfuerzo doble, primero de recolectar la mayor cantidad posible de impresos y, segundo, el de convencer al público del valor histórico de la colección y ganar así legitimidad. Para la consecución de dichos fines, el prestigio logrado por Pineda en sus labores militares, políticas y coleccionistas durante la década de 1840, fue decisivo y visible no solo en la cuantía de cartas, sino en los ejes temáticos del conjunto de cartas de 1848, resumidos así: favores para cargos públicos o influencia en litigios jurídicos , noticias de violencia partidista , comentarios a las labores civilizatorias de Pineda en Caquetá, Túquerres y Panamá e informes de las sociedades filantrópicas en esos territorios , apertura de establecimientos educativos , pugnas a través de publicaciones periódicas , situación política en países vecinos , pedidos o entrega de libros y arreglo de la colección u otras ajenas e inversiones económicas y pago de la pensión militar .
Teniendo en consideración el prestigio logrado por Anselmo Pineda a su vuelta a la capital en 1848, como factor decisivo para la consecución de su proyecto coleccionista que requería alcanzar una masa crítica de documentos y conseguir ser considerada la colección más importante de su tiempo, el primer objetivo de Pineda fue el de adquirir colecciones de menor escala, como lo indica el siguiente fragmento:
“Hablé con el doctor Herrera i me ha dicho, Yo no me deshago de una parte de mi colección: el que la quiere tiene que llevarla toda. Me ha costado más de mil pesos; pero la doy por 200 pesos. Integra, si me dan esta cantidad de aquí a mañana; pues puntualmente estoy mui urgido por la necesidad de dinero. ¿Qué dices? A mi me parece mui ventajoso el trato, pues con esa colección agregada a la tuya casi se duplica el valor de esta. Además, todo lo que no te sirviera lo venderías a Fiar a 20 reales la arroba” Y en el mismo sentido, anota José Gregorio Triana el envío de una colección completa del periódico La Crónica sin encuadernar y otro conjunto de periódicos . Durante este año, Pineda debió retirarse por motivos de salud y delegar la elaboración de índices y organización de la colección a Manuel María Paz, Domingo Maldonado y Francisco Miranda . El coleccionista hizo una anotación con las tareas más importantes durante su ausencia y señaló a algunos colaboradores coleccionistas importantes que no aparecen como corresponsales en su epistolario:
“Sacar los índices cronológicos i analíticos de todos los manuscritos que están encuadernados. Comprar las relaciones de mando que tiene más adelantadas el joven Aguirre i de otros manuscritos que se están consiguiendo con idéntico fin. El General Francisco de Paula Vélez, Don Benito Domínguez, señor Francisco Pardo i Bruno Zaldúa han ofrecido papeles i manuscritos mui curiosos”
Pero ese esfuerzo en 1848 por recolectar documentos y aumentar el volumen de la colección se valió también de los viajes a Europa y no solo de los contactos locales en Nueva Granada, así lo describe Anselmo Pineda:
“Se han mandado sacar copias de documentos sumamente interesantes que deben existir en los archivos de Simancas; y otros de Europa; se han solicitado de las provincias documentos que pongan en claro, acontecimientos pasados que el tiempo i la indolencia han sepultado en el olvido; como son los pormenores de la guerra de Pasto desde 1813 hasta la época presente, y otros muchos que son de suma importancia” .
En respuesta a las solicitudes de Pineda, un remitente desconocido a causa de la sustracción de las últimas hojas de la extensa misiva, comenta desde París:
“No he olvidado las encarecidas recomendaciones de ud para solicitar las obras i escritos de todo género relativos a la historia de nuestra patria desde su descubrimiento hasta hoy (...) Aquí no es posible conseguir ninguno de los manuscritos u obras inéditas que especialmente me recomendó Ud, como la relación del mando del Virci, Montalvo, la de Quesada, i los demás documentos especiales antiguos i modernos de que Ud me halla en sus instrucciones. Esperaba hallar todo esto en el tiempo durante mi viaje a España, para tener copias auténticas de las interesantes piezas que Ud desea para su bella colección, i de todos los demás documentos que pudiera descubrir; […] Respecto de las obras de Mútis, Cáldas, Lozano. D´Eluyar i demas hombres ilustrados de nuestro pais que Emile trajo, si Bogotá a Madrid, procuraré descubrir su paradero, i formar, si es posible, copias de las menos voluminosas i más interesantes, pues de los escritos sobre botánica e historia natural no será esto fácil porque entiendo que [mutilado] descubrir su paradero. [...] Lo que podría conseguirse aquí serian algunas obras de los historiadores de la conquista, de las cuales no tenemos allá ningún ejemplar, pero como he visto que el Coronel Acosta ha tomado una rica colección de estas obras para cederlas a la Biblioteca Nacional, me ha parecido que no debía hacer el costo para duplicarlas, pues es natural que esta colección se una algún día a la de Ud para formar la Biblioteca de escritos peculiares a nuestro país. Vea Ud pues que me he ocupado bastante de su coleccion, i conozco por esto que soy uno de sus más entusiastas estimadores, aunque también creo que en estos países lo soy más, porque veo cuanto podría hacerse con ella, i que ventajas se obtienen con un trabajo aun infinitamente menor que el que Ud se ha tomado al formar la suya”
Este largo fragmento, por su riqueza, logra recoger varios temas tratados con anterioridad en esta investigación, como la interacción entre coleccionistas y sus obras, también logra poner en relación el alcance territorial del coleccionismo de Anselmo Pineda, mediante su red epistolar, con la búsqueda de reconocimiento público de la colección al aglomerar la mayor cantidad de documentos valiosos. En ese marco, el siguiente mapa muestra el alcance internacional de la red de correspondencia y, análogamente los alcances del coleccionismo que se alimentaba de archivos distantes a través de correspondencia con viajeros.
Profundizando en la búsqueda de legitimidad y reconocimiento público de la colección, que fue parte del quehacer coleccionista entre 1848 y 1849, el primer mecanismo efectivo fue el préstamo de documentos con el objetivo de causar una impresión de valor y fundamentalidad del contenido de la colección. De manera que Pineda, con pleno conocimiento de la composición de su obra, administraba la selecta distribución y exhibición de piezas entre miembros de su red social.
En este sentido, son numerosas las cartas que expresan esas reacciones posteriores a la acusada lectura de los impresos enviados por Pineda, entre ellos Mariano del Campo en 1849, dice no poder expresar el asombro que le causaron los impresos que le remitió Pineda, y comenta que si el gobierno le compra las compilaciones sería de gran fortuna para el Estado o, en caso contrario, que en el extranjero podría conseguir dinero por la colección
Con relación a esta última sugerencia del corresponsal, Anselmo Pineda efectivamente buscó la acogida de su colección en el gobierno venezolano, pero no tuvo éxito. En carta de agosto, Jacinto Gutiérrez funcionario venezolano expresa:
“Habiendo recibido su comunicación de 2 de marzo último, en que me participa U que posee una preciosa colección de los escritos publicados en Colombia y Nueva Granada desde la revolución de 1810 y muchos anteriores a ella, insinuando que podrían convenir para la Biblioteca de Venezuela […] que la situación del tesoro público, exhausto a consecuencia de las revoluciones que ha sufrido el país, y el no haberse destinado en el presupuesto de este año cantidad alguna para la Biblioteca Nacional, impiden al gobierno comprar la colección cuya venta se le ofrece, y por lo cual da las gracias al señor Pineda asegurándole sin embargo que en oportunidad menos desfavorable, siempre habría necesidad de saber lo que se pide por la obra”
Probablemente esta oferta realizada al gobierno venezolano fue en respuesta a la negativa de adquisición de la colección por parte del gobierno colombiano ocurrida en el mismo mes de Marzo, con el mismo pretexto de insuficiencia del erario para tal fin.
En carta de Manuel Murillo Toro, viejo amigo del coronel, este le comunica a Pineda que su solicitud al Estado por la colección no será satisfecha por no considerarse su propósito como urgente. Al respaldo Pineda escribió: !Que muera Manuel Murillo ¡Grita toda la nación cuadrangularmente pillo generalmente bribon!. Federico Jaramillo Córdoba' . Esta reacción airada del coleccionista es causada por la reticencia inicial que no cambiaría hasta los primeros años de la década siguiente, inclusive aún después de entregada la primera parte de la colección. Respectivamente, Juan Esteban Zamora en 1853, le comenta a Pineda:
“Yo concreto la cuestión-Biblioteca y asuntos domésticos; nada más- Sobre la primera hable con el Dr Nuñez, tres horas lo menos y me hizo encomios debidos a ella, y me añadió que usted no debía atafagarse ímprobamente en este negocio, que ya todos tenían alto concepto de ella, y que usted debía aguardar impasible la próxima legislatura para hacer sus reclamos. Ahora yo le añado que apresan de que poco he asistido (por ahora) a la biblioteca, no excuso la ocasión de hablar con los jóvenes acerca de ella, y de hacer valer su mérito contraído en esta empresa; a esto se agrega, que viene al congreso: Mallarino, Uluna, Pardo, Ignacio Ozuna, Ignacio Gutierrez, Hernandez Madrid, General Mosquera, de seguro, y probablemente don Mariano Ospina y Arboleda, con lo que dará usted un resultado definitivo” Como segundo mecanismo en la búsqueda de reconocimiento público del valor de la colección entre 1848 y 1849, aparece la constante publicación de artículos de simpatizantes del proyecto coleccionista o del propio coronel en periódicos de la época. Esta labor no fue fácil y siempre supuso voces en contra o desinterés del Estado hacia las solicitudes de Pineda referentes a la importancia de la colección y los requerimientos para su cuidado, así lo relata Pineda:
“[…] En cuanto a la importancia de la colección, apelo al testimonio de los que la han visto, la comisión nombrada por el cuerpo legislativo; y los que ni a estos, ni a los otros quieran creer, suspendan su juicio hasta la próxima reunión imparcial del congreso en que los señores Maldonado, Miranda y Paz habrán acabado su trabajo, a ellos me refiero al público imparcial, a los amigos que tan generosamente me han franqueado algunos documentos; y para decirlo de una vez, a los tres encargados de negocios de Francia i a la Gran Bretaña i al señor Bucconi encargado de la numeración Romana, que han hecho más aprecio de mi penoso trabajo que el recién venido que en un virulento articulo ha apocado mi colección basando su artículo sobre supuestos falsos unos, y equivocados otros'
Este fragmento señala varios aspectos interesantes, primero, la colaboración de terceros, entre amigos y funcionarios de comisiones extranjeras en Nueva Granada, para la recolección y organización de los documentos. Segundo, muestra que la colección no solo albergaba documentos sobre las grandes disputas del siglo, también por sí misma era motivo de pugna en la arena pública. Y tercero, el fragmento termina aludiendo a la publicación de un artículo hostil a la obra de Pineda, que fue respuesta a la representación publicada por el coronel originalmente en el periódico El Día, señalando la importancia de la colección. Así lo señala H. Botero en 1849, desde Medellín:
“Se publicó en La Estrella de Occidente el artículo “Colección importante” del Día; i que no estar yo en posesión de tal periódico no se ha repetido la publicación ni se hizo en la forma que hubiera apetecido“
Y con referencia al mismo artículo, N. Briceño en Bogotá indica su distribución a importantes funcionarios del Estado:
“Recibió el gobernador i se impuso en su carta que le remitió con fecha de hoy, lo mismo que el cuadernito Una Colección Importante que ojalá me remita un ejemplar para siquiera ver de esta manera su constancia en recoger i adquirir documentos”
La contienda mediática a través de artículos también involucró a simpatizantes que ofrecieron apoyo en la publicación de los periódicos que dirigían o a los que podían influenciar en sus publicaciones. Manuel María Quijano le escribe a Pineda desde Popayán:
“(…) Actualmente no hay periódico alguno en esta provincia; pero si habrá dentro de pocos días, i entonces tendré el gesto de hacer insertar el artículo que U quiere Con relación a la preciosa colección de usted”
En el mismo sentido, Jorge Gutiérrez, redactor del periódico oficial y coterráneo marinillo, comenta a Pineda que publicará dos artículos sobre la colección, pero le advierte su disgusto acerca de algunos papeles sobre él que hacen parte de la colección:
”(…) me excita para que le recomiende en el periódico oficial la importante empresa que Ud ha acometido de formar la colección estadística e histórica de los documentos celebres e importantes que se han publicado en la Nueva Granada desde una época remota Con mucho gusto haré la recomendación de su colección en nuestro periódico oficial. El domingo próximo se publicará en él un artículo que con el mismo objeto ha remitido el doctor Hernández [colaborador antioqueño], i después que pasen algunos días haré que se publique otro. No me gusta el que en la colección se encuentre conservada la memoria de los disgustos que me proporcionó el pleito de las minas de Buriticá, porque fue una cosa enteramente privada i porque las relaciones de familia después han borrado hasta los últimos vestigios”
En la búsqueda de reconocimiento público de su proyecto coleccionista, Pineda no solo encontró apoyo en la publicación de sus propios artículos, sino que también recibió ayuda con artículos y periódicos de simpatizantes que indudablemente tuvieron un impacto en la opinión pública en el año en que se realizó la entrega de la primera parte de la colección. En este sentido, Antonio María Hernández Palacio en 1851, le promete a Pineda que con la reapertura de su periódico en Antioquia publicará un artículo sobre la colección y, en carta posterior, señala su preocupación por las disposiciones legislativas sobre la colección Pineda en el senado por el impacto que pudo haber tenido su artículo en las mismas . Análogamente Sinforiano Herrera, en Medellín, informa de la publicación de su artículo acerca de la colección y lamenta el pobre apoyo que recibe Pineda del congreso .
Por último, la publicación de los catálogos de la colección fueron el recurso final que Pineda empleó para despertar el interés del público por esa densa obra fruto de su modo de vida coleccionista, pues visto desde la dimensión afectiva, la publicación de los catálogos sometió al coronel a la contradicción entre el deseo de compartir y exhibir su obra y el deseo de mantenerla solo para sí. Por eso con cierta angustia escribió:
“Jamás había pensado desprenderme de la copiosa colección de documentos oficiales que poseo y de que voy a hablar, adquiridos a costa de mil privaciones desde 1825. Pero repentinamente sin casi sentirlo me encuentro al presente con enfermedades de cuidado, adquiridas en el servicio, que me están inhabilitando para ocuparme en una vida activa, y esta circunstancia fatal, agregada al deber de dar educación á 4 hijos me han determinado con harto pesimismo a publicar los índices de una parte de los documentos que tengo en mi poder y solicitar la aquiescencia de los hombres ilustrados de las 3 republicas en que se dividió la antigua Colombia para generalizar dichos documentos. Estoy persuadido que contando con las luces y la experiencia de los que tengan un mediano conocimiento de los consabidos documentos a la vez que se les puede dar el carácter de utilidad, que es lo que más me ha determinado a hacer la publicación podré desprenderme de ellos con un mediano provecho" .
José María Duque Pineda, en carta de 1849, afirma que después de la representación de Pineda en el congreso y de las publicaciones en periódicos queda clara la importancia de la curiosa colección y que:
“No hay duda ninguna que con ella ha hecho usted un gran servicio a las ciencias, a las artes y particularmente a la historia de Colombia y Nueva Granada” .
Por fin, después de un notable esfuerzo individual y colectivo, se realiza la donación de la colección al Estado en 1851, para formar la base de la Biblioteca Nacional, aunque para el coleccionista ahí no iba a desaparecer su deseo de completar el siempre inacabado universo documental, así como tampoco su intención de servir como el guardián de ese valioso archivo formado.
Como se vio, las adiciones a la colección principal continuaron durante la vejez y retiro de Pineda del oficio militar, así como su influencia política continúo siendo fuerte y ampliándose en el territorio de la república durante las décadas de 1850 y 1860, tiempo en el cual fue encargado de custodiar las colecciones de la Biblioteca Nacional, de organizar los archivos institucionales de la Tesorería General del Estado y de actuar en el cargo de intendente de hacienda en Magdalena. Por eso vale la pena dedicar algunas líneas al periodo comprendido entre 1852 y 1862, que es el rango temporal en el cual todavía hay actividad epistolar significativa y una vez finalizado no vuelve a mostrar ningún incremento llamativo.
Antes de todo, es oportuno precisar que esta periodización contiene 967 cartas correspondientes a 346 corresponsales y abarca dos conflictos importantes, primero, el golpe de estado a José María Melo en 1854, en el que Pineda estuvo al frente de guerrillas en la sabana bogotana, Sumapaz y en los llanos orientales. Segundo, el conflicto partidista de 1860-1862 en el que participó como mediador entre liberales y conservadores para apaciguar la violencia. Al explorar la correspondencia de los picos de intercambio epistolar visibles en la gráfica 3, resulta que la actividad coleccionista del coronel se concentró en continuar fijando relaciones con nuevos colaboradores, en la sistematización de los nuevos documentos, en la venta de algunos impresos a otros coleccionistas o bibliofilos, en las inversiones de la compensación entregada a Pineda por su colección y en servicios archivísticos prestados al Estado.
Dado que, en 1852, 1855, 1858, 1860 y 1862, se presentan incrementos llamativos en la actividad epistolar, se puede decir que a inicios de 1852 se difundió la noticia de la participación de Pineda en el levantamiento instigado por Pastor y Mariano Ospina Rodríguez en Cundinamarca , por lo que fue encarcelado y debió demostrar su inocencia y desconocimiento de los planes de los Ospina al general Herrán . Sin embargo, este asunto no es el tema transversal en las cartas de 1852, como si el tráfico constante de libros, gacetas e impresos entre Pineda y sus amigos . La labor coleccionista de Pineda se mantuvo con la circulación y arreglo de grandes cantidades documentos y con esfuerzos a través de amigos senadores para que el congreso legislara en favor de los intereses del coleccionista en vista de que la colección seguía siendo objeto de discusión.
En 1854, Pineda realiza una importante inversión de la compensación por la colección en la producción de quina en sociedad con su primo Juan Nepomuceno Duque, quien era un adinerado comerciante y sostenía un sólido negocio de exportación de quinas a Europa. Al respecto, Duque le comenta a Pineda sobre un lugar conveniente para solicitar adjudicación de tierras baldías en Huila:
“En mi pasada dije a usted y repito hoy, que hemos descubierto unas montañas baldías en el distrito de San Francisco (llamado hoy Colombia) con buenas quinas, […] según las noticias hay para colocar sus 8,000 fanegadas, si lo tiene a bien debe mandarlos o venir pronto para tomar posesión, por cuanto que habrá muchos que desean lo mismo”
El remitente reitera a Pineda la conveniencia de este negocio al que termina accediendo y haciendo efectivo un año más tarde en 1855 , pero Duque también trata de disuadir al coronel de sus actividades coleccionistas al decirle:
“Quisiera facilitarte alguna ocupación que te hiciera olvidar la Biblioteca porque veo, que la manía de colectar papeles, ha de enfermarte, i arruinarte”
Al negocio de quinas se le unirían la familia Ospina , quienes además invitan a Pineda a incursionar en el comercio de caucho y “tomar algunas buenas montañas para explotar" . Sin embargo, los negocios de Pineda tendrían que esperar hasta que finalizara la contienda en contra del liberal José María Melo, en la que Pineda, junto a muchos liberales y conservadores por igual, se reincorporó a las filas del ejército. En el curso de la guerra, Pineda le escribe al comandante de las tropas melistas acantonadas cerca a Fusagasugá en un infructuoso intento de disuación:
“[…] ¿Por qué no ha de ser posible que a mi me haya elegido [la provindencia] para apartar a un hombre de bien, como a U, de una senda tortuosa que sique en política?¿U servidor de Melo?¿Ud apoyando la infame dictadura proclamada en el más escandaloso motín militar?¿Ud ayudando a prolongar esta anarquía desvergonzada, esta guerra destructora, este terrorismo dictatorial, que aflige hoy nuestra triste patria? […]”
Con la victoria final sobre Melo, Pineda en 1855, retoma sus negocios particulares y actividades bibliofilas al colaborar con los proyectos de otros coleccionistas y bibliotecarios y como inversionista en la imprenta de Pastor y Mariano Ospina Rodríguez . En 1858, el coronel contrae matrimonio con Ana María Danies Kennedy, quien se convierte en el vínculo a través del cual Pineda gana influencia en la élite conservadora de la costa atlántica hasta el final de su vida.

La élite conservadora costera se sirvió de la influencia de Pineda en el Estado para colocar en cargos públicos a individuos por recomendación directa , ya que fue nombrado intendente de hacienda del Magdalena en 1857 por el presidente Mariano Ospina Rodríguez . A su vez, Pineda se sirvió de su nombramiento para expandir su poder político, fortalecer la sociedad de fomento a la industria que fundó y tener acceso privilegiado tanto a oportunidades de negocio con comerciantes extranjeros para su negocio de quinas , como oportunidades de negocio con agentes locales para su parentela , y conectarse a fuentes documentales inéditas .
Para Mariano Ospina, Pineda fue clave en el proyecto de civilizar, pacificar e insertar en los circuitos económicos a La Guajira, por eso en carta de 1858, Ospina le comenta a Pineda su papel en ese objetivo que respondía a la intensión de hacer esos territorios independientes a la jurisdicción de Santa Marta . En ese proyecto federalista Ospina le escribe a Pineda sobre las dificultades que encuentra en la expedición de la nueva constitución por lo que apela al coronel para servir como un "apoyo muy poderoso para impedir una revolución", en vista de los rumores de sedición en las provincias del norte lideradas por Mosquera y Murillo desde el Cauca .
En 1860, estalla un nuevo conflicto interno en contra del gobierno de Mariano Ospina en el que Pineda, ya retirado en Fusagasugá e incapaz de tomar las armas por sus limitaciones físicas , asumió una actitud mediadora frente al asesinato y despojo a varios vecinos . En carta de 1862 comenta:
“Como estoy hace más de 15 días abogando por la paz, y ya he conseguido que estos chías y otros cedan de sus primitivos encarnizamientos contra los liberales, me he atraído la ojeriza de muchos santos y santas, y que algunos hasta me han negado la habla”
Por su cercanía al presidente Ospina y por su reputación de mediador, la familia Herrán, en condición de destierro, le solicita ayuda a Pineda para que interceda . Entre tanto, Pineda no detuvo sus actividades coleccionistas y continúo recibiendo y solicitando libros y papeles en abundancia, así como coordinando el arreglo de estos con nuevos ayudantes como Francisco Machado quien realizaba copias a los índices, recolección de gacetas de Venezuela y Ecuador
Clasificación de correspondencia y colaboradores coleccionistas con Machine Learning, y procesamiento de lenguaje natural (NLP)

El mapa expone 4 grandes agrupaciones espaciales de las cuales se pueden extraer algunas observaciones. En primer lugar, se muestra una distribución de las redes de corresponsales concentrada en la mitad occidental del país, esta tendencia de ocupación espacial manifiesta la incapacidad del Estado para insertar los territorios que desde la colonia habían representado un límite geográfico, pese a los esfuerzos de colonizadores internos como Anselmo Pineda, cuya tarea fue precisamente buscar maneras de insertar estos territorios a los circuitos económicos nacionales y establecer la presencia institucional del Estado. Pineda no logró mantener comunicación con estos territorios a pesar de gozar de una posición prominente como gobernador y prefecto en Caquetá o Túquerres.
En segundo lugar, la proporción de cartas en cada agrupación espacial es la siguiente: región sur occidente contiene el 19% de corresponsales en un rango temporal entre 1836-1870; la región norte contiene el 19% de corresponsales en un rango temporal entre 1852-1871; la región centro contiene el 39.7% comprendido en un rango temporal entre 1830-1876; la región centro occidente conserva el 22.3% entre 1816-1877. Los rangos temporales de las 4 agrupaciones identificadas coinciden, a grandes rangos, con cada transformación o expansión de las redes sociales epistolares de Pineda que ya se han abordado en detalle.

El procesamiento de lenguaje natural exige para su correcta implementación una fase de limpieza del texto a los cientos de transcripciones y descripciones de documentos realizadas numerosos pasantes en la BNC y por los investigadores en esta pesquisa. La limpieza consiste en la eliminación de caracteres extraños, letras mayúsculas, puntuación, palabras recurrentes en el idioma castellano que no aportan información significativa y demás elementos que puedan entorpecer la producción del vocabulario que la maquina aprende en forma de vectores; valores numéricos que representan cada palabra y forman un vocabulario. Adicionalmente, se estipula la secuencia de elementos que conforman cada unidad mínima del vocabulario, llamado n-gramas, para así mantener cierto grado de expresividad y contexto en el lenguaje, es decir, cada unidad mínima puede estar compuesta de 1, 2, 3 o 4 o más palabras según lo determine el usuario, en este caso, el n-grama se constituyó con 2 palabras para mantener unidades mínimas tales como, envío gacetas, colección Pineda, manuscritos curiosos, cuaderno empastado, etc.
Dado que el tipo de problema requiere una clasificación supervisada, es decir, es un proceso de aprendizaje que incorpora etiquetas existentes en los de entrenamiento (training set), útiles para que la maquina aprenda el patrón textual que corresponde a cada categoría que busca determinar, en este caso dos categorías o valores binarios donde el 0 es una respuesta negativa y 1 es positiva, en otras palabras, 0 si no es colaborador y 1 si lo es. La clasificación se ejecuta una vez se enfrenta a datos que no conoce o conjunto de prueba (test set), esta vez sin uso de las etiquetas que se usaron en el aprendizaje.
Por último, el algoritmo de clasificación RandomForestClassifier combina o ensambla diversos árboles de decisión que conforman un bosque aleatorio, cuya profundidad es la cantidad de árboles estipulados en el ajuste de los hiperparámetros en la fase de entrenamiento. El funcionamiento del bosque de árboles de decisión es en principio simple, pues el resultado final es la suma de votos de cada uno de los árboles que lo conforman, el voto individual o resultado de cada árbol es la entrada del siguiente árbol hasta que alcanza la profundidad determinada y consigue un voto mayoritario. Este algoritmo probó tener el mejor desempeño para procesar el texto y retornar la clasificación binaria esperada.
Al lado del mapa, podemos señalar puntualmente los colaboradores con mayores aportes tras la suma de toda la correspondencia clasificada. En orden descendente los principales colaboradores son: Antonio María Gutiérrez, Juan Nepomuceno Duque, Mariano Sánchez Caicedo, Andrés Arroyo, A.J.M, Josefa Acevedo de Gómez, José María Quintero, José María Duque Pineda, Víctor Gómez, José Layner, Alejandro Duque, Daniel O´Leary, José Joaquín Gómez Hoyos, Higinio Cualla, Fulgencio Cuenca, Manuel Eusebio Acevedo, M. Torrijos, Luciano Jaramillo, José de Obaldía, Antonio Herrán, Francisco de Hoyos, Rufino Cuervo, Juan Bautista Soloaga y otros con tres o menos contribuciones para un total de 298 colaboradores identificados.
Resulta obvio para el lector que la red social de colaboradores y coleccionistas explorada en esta investigación es solo parte de un entramado más grande que apoyó a Pineda en su proyecto coleccionista. Esta parcialidad se debe a que solo se tomaron en cuenta las epístolas conservadas en la Biblioteca Nacional de Colombia, y además las redes epistolares son solo una consecuencia de una actividad social varias veces más compleja y no accesible a través de estos registros documentales. Sin embargo, investigaciones futuras podrán incorporar las fuentes epistolares del coronel dispersas por el país y también incorporar los epistolarios de otros coleccionistas que aportaron sus acervos documentales a la Biblioteca Nacional, junto a Anselmo Pineda en un proyecto ilustrado de grandes proporciones y de intensa gestión colectiva en el marco de la formación nacionalista y consolidación de la república en el siglo XIX.
CONCLUSIONES
La primera conclusión a la que podemos llegar después de analizar la figura de Anselmo Pineda desde su correspondencia personal, es que al hacer parte de los hechos históricos más relevantes del siglo XIX y al lograr establecer y mantener relaciones cercanas con miembros de la élite política e intelectual, fue posible el coleccionismo de documentos para el proceso de formación nacional y de consolidación estatal en la magnitud en que efectivamente lo consiguió el coronel Pineda, pues tras cada gran guerra solo se fortaleció su influencia social y política y se acrecentó su capacidad recolectora.
En segundo término, el proyecto coleccionista no fue una labor individual del coronel y mucho menos el producto de una manía compulsiva de acumulación, en cambio fue un esfuerzo colectivo cuyo propósito fue solventar la necesidad sustantiva de archivo del naciente Estado republicano, que además requería la colonización de los territorios de frontera y es allí donde el coleccionismo, o mejor dicho, el coleccionista converge con el colonialista que no solo constituye un repertorio simbólico para la dominación jurídica e historiográfica del espacio y sus habitantes, sino que también funge como agente estatal para llevar la modernidad -la ciencia, la ley y la razón- a las zonas con pobre inserción en los circuitos económicos nacionales.
Siendo así, la yuxtaposición de ambas posiciones de sujeto -el coleccionista y el colonialista- convierten al coronel Pineda en una figura histórica muy particular, cuya trayectoria como militar y político conservador, pero con permanentes intercambios con la filosofía liberal, se caracterizó por servir de intermediario en una estructura social de multitud de individuos de todos los espectros políticos de la época, en varias ocasiones quedando en medio de disputas ideológicas y personales entre terceros o propias. En consecuencia, su proyecto coleccionista se basó en el vínculo personal y en el prolongado trabajo con el archivo, tanto público como privado, y sometido a toda suerte de dificultades inherentes a la dinámica y complejidad política del siglo XIX.
Por último, la potencia de la metodología usada para identificar aquellos detalles en la correspondencia y momentos clave en la vida de Anselmo Pineda, al extraer de las fuentes los datos espacio-temporales y textuales difícilmente accesibles con metodologías tradicionales, prueban ser provechosos al enfrentarse a varios miles de documentos en el oficio histórico. Como aspecto positivo adicional, cabe mencionar la permanente disponibilidad y gratuidad de estas herramientas implementadas en código Python, para que el investigador diseñe las suyas de acuerdo a sus intereses y problemas de investigación o bien apropie modelos existentes que sean compartidos por la comunidad para su reutilización.
Fuentes:
Tomos de la Correspondencia del coronel Anselmo Pineda. Libros raros y manuscritos de la Biblioteca Nacional de Colombia